lunes, 9 de abril de 2012

Sueños Ardientes

Hacía mucho calor y Elena, que se había bebido un par de copas de vino no conseguía pegar ojo. Parecía que seria una noche muy larga. La soledad de su cama era agobiante y asfixiante. Como deseaba tener alguien a quien abrazar, a quien amar y con quien sentir lo que era el verdadero placer…
Se dio la vuelta, apoyando su cabeza en la almohada, perdida en sus pensamientos e intentando relajarse de la calentura que amenazaba con envolverla. Sin darse cuenta, se le cerraron los ojos. Se dio cuenta de que no estaba sola.
Elena abrió los ojos expectante. La habitación estaba envuelta en la penumbra y la iluminación era tenue, apenas conseguía vislumbrar nada de su alrededor. Cuando notó unos labios que comenzaban a lamerle el lóbulo de la oreja dio un pequeño respingón, pero enseguida su respiración empezó a acelerarse, cuando la lengua del desconocido empezó a bajar por su cuello, mientras notaba como una mano se introducía en sus braguitas. Con habilidad empezó a sentir caricias en sus pezones, que rápidamente se pusieron plenamente erectos, enroscando su lengua alternativamente en cada pezón. Después, la lengua empezó a saborear los pezones y mordisquearlos. Elena no paraba de jadear y gemir, estaba como en un estado de ensoñación, donde no podía saber que era realidad o no, lo que era un sueño y lo que no. La oscuridad reinaba, sólo se podía guiar por el tacto y por el gusto, los otros sentidos apenas contaban en ese momento. Notaba la humedad en su entrepierna, la calentura que todo esto le producía. Sintió como  le mordía el cuello y le metía una mano en el coño, provocando en ella violentos espasmos. Llegó hasta sus braguitas, consiguiendo desplazarlas con maestría para introducirle, primero un dedo, y luego dos, en el coño, el cual empezaba a humedecerse, jugueteando en su interior. Esto le hizo gemir al igual que las cosas que le susurraba su amante al oído sin dejar de mover sus dedos, que ya eran tres,  dentro de su coñito que ya estaba chorreante. Se había deshecho de sus braguitas y se puso bien abierta de piernas, para que él pudiese maniobrar con mayor libertad, se levantó un poco para que también pudiese jugar con su culito. Se mordió el labio inferior al sentir como un dedo penetraba con mucho cuidado su ano. Esto le ponía a cien, notaba como creía el calor en su interior, como deseaba dejarse llevar por esa pasión animal que parecía dominarla poco a poco.
Ilustración de Michelle Sánchez
Esta vez, sin dejar de masturbarla, se besaron, lentamente, ensalivándose mutuamente, entrelazando sus lenguas en un frenesí sin igual. Se dieron besos por todos lados, se mordisquearon mutuamente, con cariño y ternura, pero a la vez con pasión. Las manos de ella palparon el rostro de su amante. Le pegó un leve mordisco en la barbilla, y él le dio mordisquitos alrededor del cuello, y con la una de sus manos no dejaba de masturbarla, penetrándola cada vez más intensamente con sus dedos en su coño, que estaba ya totalmente húmedo y lubricado.
 - Te quiero dentro de mí.- Dice Elena.
 - Aún no…- Contesta él.

Elena escucha un sonido como de hielo contra cristal, como si estuviese removiendo una copa. Sin darle tiempo a reaccionar, nota el frío, el frío intenso de lo que cree que son dos cubitos de hielo sobre su piel. El contraste es grande. Su piel ardiente, por el calor que crece dentro de ella, y la baja temperatura de los cubitos de hielo sobre ella.
Él los mueve por su cuello, por sus pechos, haciéndolos rozar con sus pezones y desplantándolos alrededor de los pechos. Elena cada vez más excitada gime al notar el frescor sobre sus pezones duros y erectos. Su amante su introduce uno en la boca y la besa. El cubito es compartido en ambas bocas, mientras sus lenguas juegan entre ellas.
Pero el mayor gemido, de sorpresa y de excitación es cuando siente como el otro cubito es introducido en el interior de su coñito, totalmente caliente y chorreante. Sus dedos juegan con el cubito dentro de ella, haciendo que Elena no pueda si no jadear… La sensación del frío derritiéndose en su sexo es sensacional, excitante y a la vez extraña.
Una vez el hielo es sólo agua fresquita en su entrepierna, la lengua del amante decide explorar cada rincón de su coño. Cuando sintió el calor áspero de su lengua deslizándose por la entrada de si vagina no pudo reprimir el gritito de placer que soltó. La lengua se va hundiéndose poco a poco dentro de su coño, ella se agarrada a la sabana. El amante no para de saborear ese tierno y jugoso coñito, que esta deseoso de sentir su miembro dentro de ella y se lo hace saber.
Esta vez no la hace sufrir más y poniéndose encima de ella, apoyando las piernas de ella en sus hombros, la penetra con fuerza. El coño de Elena  estaba tan encharcado que su polla entró en él sin dificultad alguna. Elena respira fuerte, jadeando y gimiendo como una perra en celo, que es como se siente en ese preciso instante. Las embestidas eran rítmicas y constantes, lo que estaba haciendo que ella no pudiera parar de gemir y se aferrará con sus piernas a su cintura. La penetra hasta el fondo, aumentando las embestidas paulatinamente, cambian de postura, esta vez con ella cabalgándole a un ritmo endemoniado, la cama parece que se va a romper, pero Elena no puede parar, quiere sentirle dentro suyo, que ambos lleguen al placer al unísono. Su amante le da unos pequeños cachetes en el culo, empezó a gemir una y otra vez. Enterró su cara en su cuello, y apretando sus pechos contra él se retorcía de gusto disfrutando del orgasmo que la recorría. Empujó como una loca varias embestidas mientras le duraba el clímax. Y  con un gruñido casi animal, mezclados con los jadeos excitantes de Elena, los dos se corren mientras se besan apasionadamente.
Ella se pone a su lado y empiezan a acariciarse y darse besitos. Aunque deberían estar satisfechos, los dos tienen ganas de más, de mucho más. Él se levanta y trae dos copas y una botella de vino y tras llenarlas, los dos beben entre risas.
Él le indica que se tumbe y extiendo aceite sobre su cuerpo, empezando a masajearla sensualmente, haciendo que ella se relajase
Tomándola por sorpresa, agarró uno de sus pies y se lo lleva a la boca, pasando su lengua por los dedos y por todas partes. Al principio ella no siente nada, pero increíblemente le va excitando la situación, le da cierto morbo que no puede explicar. Introdujo el dedo gordo de su pié en si boca. Se lo pasó por sus labios muy suavemente y echó un pulso con su lengua, la cual, al poco, se dejó ganar para que pudiera entrar dentro. Se lo introducía y sacaba de la boca, de una manera evidentemente sexual, e intercambiaba sus dedos, para que pudiera disfrutarlos todos.
Elena se volvió a sentir caliente y excitada y decidió buscar la entrepierna de su compañero.
Este notó algo húmedo en la punta de su glande y como la humedad empezaba a bajar por su pene hasta llegar a la ingle. Elena se había metido su polla en su boca y podía sentir como su lengua se restregaba contra ella. Se sacaba la polla de la boca y se golpeaba con ella en la cara para sentir su dureza, le daba un par de lengüetazos y la volvía a engullir con mucha gula. Ella sin decir nada se la tragaba con ansia, como si estuviese hambrienta de polla, como si le fuera la vida en ello. Ella la mamaba de una manera espectacular, haciendo pequeñas paradas en las que le lamía los huevos y la punta del glande para de nuevo volver a engullir su falo.

Mientras seguía comiéndose el falo, Elena se movió para plantarle el coñito en la cara, quedando los dos en un perfecto sesenta y nueve. El chochito de Elena se derretía en sus labios como la miel, deseaba tener para siempre la boca de aquel chico pegada a su sexo, aquella esponja húmeda que empapaba su rostro, de la que él bebía su néctar más íntimo. Introdujo dos dedos a lo largo de su mojada rajita, y empezó a deslizarlos arriba y abajo. No pudo reprimir un hondo gemido de placer.

Elena siguió comiéndose su polla, recorriendo arriba y abajo su enorme y grueso tronco, lamiéndoselo, desde los huevos a la punta del glande. Bajó y chupó nuevamente sus huevos, su respiración aumentaba, tomó su polla y la masturbó unos instantes mientras seguía chupándole los huevos, después tomó su polla y la metió por completo  en su boca y mientras la acariciaba con su lengua con una mano le sobaba los huevos. La mano del amante trataba de abrirse paso entre los labios vaginales para inspeccionar su clítoris. Elena cerró los ojos y se mordió el labio.
Como a modo de respuesta, aceleró la mamada, lo que hizo que el chico cerrase los ojos y acelerase su respiración intensamente. No pudo evitar tardar mucho en correrse, Elena siguió chupando, con todo el esperma descargándose e n el interior de su garganta. Ella lo tragó con avidez, sin desperdiciar ni una sola gota. Siguió con la mamada incluso cuando él ya había terminado de correrse, relamiéndose y haciendo que él viese las estrellas. Lo siguió haciendo durante bastante  rato, deleitándose en dejar totalmente limpio el miembro. Él trató de corresponderle y la besó. Sin dejar de besarla presionó con un dedo sobre el clítoris de Elena  metió otro en el interior de su sexo todo lo que pudo, sacándolo después al momento totalmente húmedo, después empezó a hundir la lengua en su interior, haciendo que ella se estremeciese, sintiendo su lengua juguetear en su interior, haciéndola gozar. Con un ronroneo de placer, ella también se corrió en su rostro. Se miraron y Elena se llevó la mano a su vagina húmeda e introdujo un dedo, para después llevarlo a su boca y degustarlo.
Se abrazaron y se besaron.
Ella le susurró algo al oído y el sonrió. Se colocó detrás de Elena. Esta notó como su lengua se introducía por su estrecho ano, le estaba comiendo el culo. La pone a cuatro patas, y comienza a lamer su sonrosado ano, lo chupa y lamé con deleite, hasta que se dilata del placer que la producen sus caricias. Inesperadamente, empieza a pasar de su coño a su ano, con tranquilidad, tomándose su tiempo, casi como si la estuviera saboreando.

La idea le resultaba perversamente excitante, pasando por su cuerpo unas punzadas de placer y de deseo cada vez más fuertes, el sentir hundirse su cara en su culo y su lengua perforándole su ano, ayudándose de varios dedos que va introduciendo poco a poco. Elena agarró su polla y le colocó la punta de la misma en su ano. Poco a poco fue introduciendo su polla en su apretado año, sentía maravillosamente como su estrecho orificio iba entrando lentamente. En unos minutos tenia toda la polla dentro de su culito.
Estaba siendo completamente penetrada por detrás, y aun quería más. Empezó a sacarla y a meterla, poco a poco, haciéndome disfrutar y notando sus movimientos dentro de mí. Poco a poco subía de ritmo, cada vez era más rápido y más rápido.
Él le da de vez en cuando un sonoro cachete en las nalgas, lo que a ella le produce más excitación y morbo. Sentía la polla dentro de su culo, avanzando y retrocediendo, empujando hasta el fondo y sintiendo sus huevos rozándole las nalgas. La penetraba cada vez más rápidamente, sacaba su polla por completo y la volvía a enterrar. Elena con gritaba con cada penetración porque estaba cachondísima, fuera de sus casillas.
Elena notó como una de las manos de su amante empezaba a trabajarle el coñito, a masturbarle mientras la sodomizaba cada vez con más rapidez. Sus dedos se movían con habilidad en su coño, haciendo que los gemidos de los dos fueran casi simultáneos. Él fue el primero en descargar en el interior del estrecho ano de ella, Elena le siguió poco después, con un ronroneo mezcla de gemido y aullido de placer.


Se besaron y se dieron mimos durante un pequeño rato. Elena sonrió al ver que la polla de su amante se volvía a recuperar y tuvo una idea perversa. Tomando con una mano los testículos al tiempo que apoyaba su dedo índice contra su ano y con la otra, agarró su erecto miembro y comenzó a ejercer un movimiento masturbatorio eficiente y placentero, mientras no dejaban de besarse por toda la boca y cara. No tardó en correrse de nuevo, acabando en su mano sin dejar los dos de besarse. Como broche final le chupó con intensidad hasta asegurarse que no quedaba ni una pequeña gota de semen dentro de su polla.


Con el sabor del semen en su garganta, cerró los ojos, con una sonrisa de satisfacción. Enseguida Elena se durmió, completamente relajada, muy estirada, boca arriba sobre la cama con las piernas bien abiertas, su cabeza sobre su hombro.
Volvió a abrir los ojos y para su sorpresa, no había nadie a su lado. La cama no estaba totalmente deshecha y revuelta ni ningún signo de su amante furtivo.
Suspiró, pensando en el sueño de una noche de verano que había vivido como si fuera totalmente real… Pero ¿realmente fue un sueño? ¿O una realidad totalmente placentera?

2 comentarios:

  1. Ehhhhhh!!! Madre mía con sueños como este yo quiero esas sabanas, ese colchón, esa habitación, o ese amante que si existe de verdad, por favor que alguien me de su número jajajaja Uuufff, ¿hace calor aquí? o ¿es que a mí me lo parece? jajajaja
    Pues vaya dos perversos artistas del escapismo, entre el hielo dentro de, el 69 al revés de, y esos orgasmos laterales, posteriores, alargados, madreeeee, lo dicho, ya te paso el mail y me mandas el teléfono del intérprete de la canción que quiero que me haga un solo para mí en privado :P
    Muy chulo, y la foto de lo más acertada, un ole también para la dibujante ^^
    Besazos y gracias por el buen rato, es tarde pero creo que necesito una ducha, a ver cuando tardo :DDDD

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  2. Jejejejeje
    me alegro que te haya gustado, la verdad es que el relato tiene su historia, igual te la cuento algun dia xd
    un beso y encantado de que me leas!

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