viernes, 27 de julio de 2012

Enfermera de noche....

Paloma ahogo un bostezo mientras miraba el reloj que colgaba de la pared. Frunció el ceño al pensar que aún le quedaban varias horas del turno de noche del hospital. Apuró su taza de café y se levantó para hacer la ronda por las silenciosas aulas, donde dormían los pacientes.

Se hallaba perdida en sus pensamientos, cuando algo escuchó algo que le hizo volver a donde se encontraba. Unos ruidos procedentes de una de las habitaciones le llamaron la atención. Parecían murmullos… ¿Y gemidos? La puerta estaba entreabierta y la curiosidad pudo con ella y miró por la rendija.


En la habitación se hallaba una paciente, de cabello largo y negro, con ojos marrones y que para sorpresa de Paloma, estaba con los pechos totalmente a la vista. Unos pechos medianos, pero muy bonitos, y con una aureola y unos pezones oscuros. La mujer permanecía con los ojos cerrados, como en trance, mientras se mordía los labios.

No estaba sola. En hombre, de unos treinta y tantos años, moreno, con el cabello corto y con la vestimenta que lo identificaba como un doctor del centro, posaba el estetoscopio en uno de los pechos de la paciente.


- ¿Es aquí donde te duele?


La mujer asintió. Y el doctor empezó a acariciar con meticulosidad sus generosos pechos, haciendo que ella se estremeciese mientras se los acariciaban.

Paloma no se perdía ni un una pizca de detalle de lo que estaba sucediendo. Su mano, instintivamente se había situado bajo su falda, tocándose por encima de sus braguitas y deslizando sus dedos hacía su coñito, que había empezado a humedecerse con lo que estaba contemplando.

La paciente exhaló un suspiro cuando notó como el doctor comenzó a chuparle los pezones, al tiempo que pasó una mano entre sus piernas e introdujo un dedo en su coño ya lubricado por sus jugos.

Paloma ya no se podía contener, se frotaba el clítoris en un frenético vaivén, cada movimiento le provocaba un espasmo de placer. Sus labios ardían en deseos de llevarse algo a la boca desesperadamente.

Tan ensimismada estaba en darse placer, que no se dio cuenta de que sus jadeos eran perfectamente audibles. Se quedó paralizada cuando el doctor y la paciente se quedaron al espacio abierto de la puerta, posando sus ojos en ella.

El doctor sonrió y le hizo un gesto inequívoco para que se acercase.


- Necesitaremos de su ayuda, enfermera. Esta paciente esta muy malita ¿cree que podemos hacer algo para que se mejore?


Se acercó a ellos, el doctor la despojó de se camisa, y le desabrochó el sujetador, acariciándole los pechos, que se iban poniendo duros rápidamente. En pocos segundos se quedo plenamente desnuda.

El doctor le chupaba los pezones, mientras la lengua de ella se hundía entre sus piernas. Paloma estaba ya incontrolada, solo era puro deseo loco de entregarse al placer desenfrenado. El doctor había liberado su polla, y no tardó en apoderarse de ella y empezar a masturbarle lentamente. La lengua de ella jugaba en su interior, haciéndola gemir como si estuviese en celo. Engulló la polla con avidez, como si estuviese desfallecida. Acarició sus testículos con ambas manos, con excitación. El doctor tenía su miembro hasta el fondo de su garganta.

En ese momento la otra mujer retiró la polla de la boca de Paloma y empezó a hacerle una mamada tremenda al doctor. Parecían competir por el objeto de su deseo. Para su sorpresa, ella se retiró un poco para que ambas pudiesen compartir la polla del doctor. Ambas deslizaron su lengua entorno a la polla que estaba en plena erección casi a punto de estallar. Las salivas de las mujeres se mezclaban, sus labios se tocaban sobre la polla completamente cubierta de la saliva de las dos. El doctor lanzo un grito sordo y se corrió en los labios de ambas. Paloma y la paciente lamían como podían el semen que brotaba de su polla.

Tras unos momentos, el miembro recuperó todo su vigor, y Paloma se montó a horcajadas sobre el doctor. La paciente deslizó su rostro entre ellos, y lamió el ano y su coño. El doctor la movió, tumbándola boca arriba, aprovechando eso, la mujer se posó de rodillas encima de su cara, y Paloma empezó a lamerla, saboreando ese tierno y jugoso manjar que le tendían. El doctor envistió con más violencia, acelerando el ritmo, aumentando el deseo de ambos. Se corrieron casi a la vez, el doctor descargó en los pechos de Paloma, al mismo tiempo que la mujer se convulsionaba con un orgasmo que la hizo gritar de puro gozo. 

Los tres se desplomaron en la cama, agotados, pero satisfechos.

La paciente los miró a ambos y dijo:


- El tratamiento me sienta muy bien, doctor ¿mañana a la misma hora?- Dijo ella con una picara sonrisa.


1 comentario:

  1. Pedazo de trio que has montado, así se mejora cualquiera de cualquier enfermedad jajajja, muy bueno Doc, eres un maquina imaginando escenas subidas de todo, bien subidas jejejej
    Un beso y cielo y felicidades por el luúbrico texto :PPP

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