Cuando llegue al piso, ella me
estaba esperando con una sonrisa en su rostro. Sabía que me esperaba una velada
muy especial en su compañía. Nos sentamos en el sofá y nos servimos unas copas,
entre trago y trago, intercambiamos besos, unos besos muy cálidos y
apasionados, mientras se pone encima de mí y mis manos van directas a sus
nalgas, duras y firmes.
Me susurra palabras al oído,
diciéndome que si me quiero duchar con ella. Antes de darle una respuesta, me
agarra de una mano y me arrastra hasta el baño. Se quita el pequeño vestido,
rebelando que no lleva sujetador y sus pechos no muy grandes, pero deliciosos
quedan a la vista. Su única prenda ahora es un minúsculo tanga azul.
Se lo quito rápidamente, dejando
a la vista su esplendido coñito, con un poco de vello.
Riendo sale corriendo y se mete
en el interior de la ducha, indicándome que me espera allí.
Con rapidez me deshago de mi ropa
y voy a su encuentro en la ducha. Coge un bote de gel de baño y lo extiende por
su pecho y por su cuerpo y después hace lo mismo conmigo.
Me agarra las manos y me las
lleva a sus pechos, para que se los frotara y extienda el gel. Nos lavamos
mientras nos vamos acariciando por todos los rincones, ella se empieza a frotar
contra mí, su culo contra mi miembro, sus tetas contra mi espalda y mi pecho,
haciendo todo esto que mi polla empiece a reaccionar, algo a lo que ella no es
ajena.
Se arrodilla y lo sujeta,
moviéndolo hacia arriba y abajo, para
después llevárselo a la boca, y engullirlo. Esta unos minutos así, hasta que lo
deja y con una sonrisa divertida me indica que nos vayamos a la cama.
Una vez en la cama, parece
poseerla una fiereza animal, lanzándose sobre mí como una auténtica lobo en
celo. Nos besamos intensamente, mis labios parecen haberse quedado soldados a
los suyos y nuestras lenguas enrocadas una sobre la otra.
Me dice que cierre los ojos y que
disfrute. Notó como empieza a lamerme los dedos de los pies, subiendo por mis
piernas, sin dejar de darme besos y sin dejar de pasar su lengua por cada
centímetro de piel. Al llegar a mi entrepierna, le dedica atención especial a
mi miembro, lo acaricia, así como a los testículos, para después llevárselos a
la boca y meterse la polla en la boca varias veces.
Estoy totalmente acalorado y la
temperatura de mi cuerpo esta al rojo vivo.
Se pone al lado mío y me lleva la
mano a su nalga y me dice que le dé una azotaina. Lo hago, obediente, y me dice
que siga, que más fuerte, le encanta recibir unos buenos azotes, le pone
totalmente cachonda. Mientras lo hago, me comenta que le diga guarradas, que
eso la pone a cien.
La llamo zorra, le digo que es mi
perrita y que yo soy el amo aquí y ella no para de gemir, como si las mismas
palabras le diesen placer.
Llevó mi mano al interior de sus
muslos y acaricio su vagina, ella se estremece y me suplica que la penetre con
mis dedos. Primero introduzco un dedo, ella gime, e insiste en que sean dos.
Comienzo a mover mis dedos rítmicamente dentro suyo y se arquea. Me pide que
sean tres y hasta cuatro los dedos que estén en su interior y así lo hago. Con
cuatro dedos de mi mano la masturbo durante un rato, hasta que ella se mueve
hasta que nos ponemos en un sesenta y nueve perfecto.
Encima de mi rostro tengo su
apetecible coñito totalmente a mi disposición y no desperdicio la oportunidad
de saborear semejante manjar. Mi lengua ansiosa y ávida, traza círculos en su
tierno y jugoso sexo, que en estos momentos se
encuentra totalmente húmedo. Ella no pierde oportunidad tampoco y no
deja de llevarse a la boca como si de un helado se tratase mi polla. Seguimos
así durante un rato hasta que ella me dice: Follame.
Me pongo el preservativo y me
dice cosas al oído. – Soy tu perra, dile a tu perrita quien es a quien el que
manda, ¡dímelo! ¡Quiero que me la metas hasta el fondo!
Me pongo encima de ella y la
penetro con fuerza, envistiéndola con todas mis fuerzas, moviendo rítmicamente
mis caderas, penetrándola mientras la sujeto con mis manos con fuerza. Ella no
para de gemir y su respiración está totalmente acelerada, sin control.
Después se incorpora y mete su
cabeza entre mis piernas, engullendo con avidez y deseo mi miembro,
introduciéndosela todo lo que puede, chupando mis testículos y pasando su
lengua, embadurnándola con su saliva de arriba abajo.
Cierro los ojos, casi como en
trance, dejándome llevar totalmente, hasta que no puedo más y me corro en su
boca. Ella no se la saca rápidamente si
no que espera a que yo allá descargado hasta la última gota en su interior.
Aún estoy recuperándome, cuando
se marcha un momento fuera de la habitación y vuelve con dos cosas. Una caja de
bombones y un bote de nata montada. Saca un bombón y me lo da, tras comérmelo,
cojo otro y me lo pongo en la boca. Nos besamos, y ambos mordemos el bombón.
Momentos después, se extiende la
nata por sus pechos, por su vientre, por su ombligo y por el monte de Venus.
Empiezo a saborear goloso sus pechos cubiertos de nata, me paró por sus
pezones, succionándolos como si en ello me fuese la vida. No para de gemir, le
encanta que jueguen con sus pechos, los tiene muy sensibles.
Voy bajando por su torso, sin
dejar ni una gota de nata por comer. Al llegar a entrepierna, le abro bien las
piernas y meto mi cabeza para poder degustar profundamente su coñito
chorreante. Ella no para de gruñir, gemir y moverse. No para de repetir que
siga, que no pare. Mi lengua juguetona no deja de moverse, de explorar en su
interior, haciéndola gozar. Finalmente llegan al éxtasis, sus piernas y su
cuerpo se convulsionan de placer.
Una vez recuperada, nos besamos
tiernamente y nos comemos unos bombones entre risas y mimos.
Agarra de nuevo el bote de nata y
se llena la boca de nata, para después besarnos y poder degustar los dos el
dulce sin dejar de besarnos.
Después lo extiende por su cuello
y hace un círculo con la nata encima de sus pezones. Mi lengua sigue el rastro
que va dejando, quitando toda la nata de su piel, chupando y besando
tiernamente. Como siempre, dedico una atención diferente a sus pezones, los
cuales chupó ávidamente, haciendo que ella solloce y cierre los ojos.
Ella tiene una idea y decide volver
a la posición del sesenta y nueve. Me pasa el bote de nata, para que la
extienda por su culito y por la parte de atrás de su coño. Sin hartarme de
comer nata, dedico mi atención a su sexo, llenándome toda la cara de nata,
relamiéndome mientras saboreo tanto su coñito como la nata.
Siento un frío en mi polla al
notar como la nata la va cubriendo por completo. Su lengua no tarda ni un
segundo en devorar tanto la nata como el glande, enroscando su lengua alrededor
del miembro, haciéndome estremecer de placer.
Mientras le cómo, le doy de vez
en cuando un fuerte cachete en las nalgas, como sé que a ella le pone y le voy
trabajando con varios dedos, al tiempo que mi lengua sigue penetrándola. De vez
en cuando le doy un pequeño mordisco en su nalga.
Ella no ceja en su empeño y sigue
haciéndome una mamada espectacular. Mi lengua no ceja en explorar cada rincón
de su coñito y ella anuncia que se va a correr, y arqueando su cuerpo como si
estuviese bajo un ataque de epilepsia emitió un gemido largo y pronunciado.
Tras unos segundos recuperándose,
me dedicó de nuevo su atención, y engulléndola como si estuviese hambrienta, no
cejó hasta que yo también me corriese. Con unos gemidos y resoplidos, no pude
más y descargue de nuevo en su boquita.
Se puso a mi lado y apoyo su
cabeza en mi pecho, y después mientras
le ofrecía un delicioso bombón sonreía.
Sin duda había sido una tarde muy
dulce y deliciosa para ambos, donde los dos habíamos disfrutado de nata y
bombones.
Si eso no es subir la temperatura, es lo siguiente...:D
ResponderEliminarMe ha encantado, Doc, así que por aquí me tendrás, ni lo dudes:D
besosss
Genial tener una fan más... ¿por que será que tengo más fans femeninas de estos relatos que masculinos? jejejeje
ResponderEliminarUn beso!