martes, 18 de septiembre de 2012

La última copa

El local se llamaba Quarks. Había demasiadas luces, demasiados reflejos y demasiados altavoces con demasiada potencia. Era una auténtica demostración de cómo acabar con los sentidos de la clientela.
Todo el mundo bailaba. Bailaban y bebían, y algunos no paraban de hacer viajes a los lavabos para empolvarse el interior de la nariz.
Judith estaba arrebatadora, muchos ojos se posaban en ella, vestía completamente de negro. Se sumergió en el continuó desfile de cuerpos en movimiento, haciendo que la mayoría de hombres del local la deseasen.

Consiguió llegar a la otra parte del local, y se sentó en una de las sillas libres de una mesa. En su mano, una cerveza, a la que le dio un largo trago, al tiempo que observaba como los ocupantes de la mesa clavaban su mirada en ella. Eran dos hombres, uno alto y rubio, con penetrantes ojos azules, el otro más bajito y un poco más entrado en carnes, con el cabello muy corto. Judith notó como una mano curiosa le empezaba a acariciar un pecho, estuvo tentada de decirle algo, pero decidio dejarse llevar. El hombre sonrió al comprobar que no era rechazado ni mucho menos. Ella cerró los ojos, sonriendo como los dedos de él la acariciaban con suavidad, metiéndose bajo su top, recorriendo su tersa piel y sus pechos generosos. No pudo reprimir un leve gemido cuando apretó uno de sus pezones, que ya estaba completamente erecto por la excitación. Sus manos ascendieron y cubrieron sus pechos, arqueó la espalda para ofrecérselos mejor. Le besó la nuca, y su lengua recorrió su cuello, para luego mordisquearle un lóbulo de una oreja.


Con un gestó, les indicó que se fuesen de allí. Estaba completamente mojada y ya no le importaba nada más que saciar su placer, caminaron los tres entre la gente, le iban tocando los pechos o el culo, de manera totalmente descarada y sin cortarse un pelo. Tras una columna del local había un rincón con poca iluminación donde podrían tener un poco más de intimidad.
El más alto apoyó las manos en sus hombros, y comprendió que debía arrodillarse. La tela de su pantalón estaba tensa, no pudo evitar la tentación de empezar a mordisquearla, su saliva manchó la tela. Le desabrochó la bragueta, sumergiendo sus manos entre sus muslos. Su compañero se había situado tras ella, y le había despojado de sus braguitas.
 
Sintió como su lengua exploraba en sus carnes húmedas, penetrándola con ella, haciendo que se estremeciese.  Judith empezó a acariciarle los testículos, moviendo su miembro arriba y abajo en una masturbación frenética antes de engullirlo, atrapándolo con su lengua con avidez, El sexo de ella se dilataba sin moderación, estaba completamente encharcada. Él le separó los labios e introdujo un dedo. Ella seguía explorando cada milímetro de carne del miembro. Sus labios tuvieron dificultades para rodear su glande. Su polla llenaba por completo su boca. El otro hombres se había abierto paso ya la penetró rápidamente. Con su boca ocupada, no pudo decir nada al respecto, así que siguió disfrutando. Sentía su polla profundamente hundida en su interior, sentía su peso encima de ella, y con cada embestida que recibía, ella mamaba frenéticamente, notando como su placer era compartido con sus dos amantes.
 

Notaba como miradas casuales o nada disimuladas les observaban. No les importaba. Lo único que tenia ya sentido era el éxtasis, el gozar plenamente con todos sus sentidos. Solo deseaba ser poseída, llenada con sus esencias, saborearlas, disfrutar de todo ello multiplicado por mil. Chupaba y saboreaba con frenesí aquella polla que le llenaba la boca.
El sonido de la música ahogó los gritos de placer de los tres. Judith sintió el chorro caliente que recorría su garganta, al tiempo que notaba en sus entrañas como explotaba de placer, al tener una serie de orgasmos seguidos.
Tras estar saciados, se besaron los tres, enlazando y juntando sus lenguas, y mientras se arreglaban la ropa y se despedían, ella pensaba que había valido realmente la pena haberse quedado en busca de esa última copa… Se relamió una gota de semen que había quedado en sus labios. Una última copa muy satisfactoria…

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